Letra B

Bassecourt y de Pire, Luis Alejandro Procopio

Militar. Segle XIX. Coronel de l’Exèrcit Espanyol. Després de ser el primer Tinent Governador de l’Illa de Trinitat (Cuba), va retornar a Espanya i va prendre part en la guerra del francés o de la Independència, sent nomenat Governador Militar de València en 1810. Fou en eixe any que es va produir la següent acció de guerra desastrosa, ocorreguda en els camps de Vinaròs, Alcanar i Ulldecona. L’acció de guerra que va provocar el general Basecourt es va produir el 26 de novembre de 1810, i es discutida la seua data per diversos historiadors. Perales acerta quan diu que va ser el 27 de novembre. Borràs Jarque, desconeixedor segurament del següent texte, sintetitza l’acció amb aquestes frases: «El dia 25 del mateix novembre, BASSECOURT tornà a avançar des de Peníscola, passà per Vinaròs, i a l’endemà donà batalla a Suchet en Ulldecona. Casi victoriòs Bassecourt, en lloc de proseguir la lluita fins destrossar l’exércit francés, s’arreplegà a Vinaròs; i, aquí, mentre descansava, aprofitant la descura, el va sorprendre Suchet que com una tromba passà a sang i foc la Vila, causant una gran mortaldat a l’exèrcit espanyol que quedà desfet. Els qui es pugueren salvar fugiren cap a Peníscola. BASSECOURT, desprestigiat com Caro, també fon destituït de la Capitania General de València”. «Tal fon el segon saqueig que sofrí Vinaròs», acaba dient Borràs Jarque. ACCIÓ DE GUERRA EXPLICADA PEL MATEIX BASSECOURT. DOCUMENT. (Gaceta de La Regencia de España e Indias, nº 3, Dissabte, 5 de gener de 1811, pp 20-22). «Valencia, 14 de Diciembre. La suerte de las armas no nos fue favorable en la jornada de Ulldecona del 26 pasado. Nuestro comandante gl ha mandado publicar la relación siguiente de este suceso: Los deseos de socorrer eficazmente á la heroica plaza de Tortosa, y de dar la libertad á este antemural del reyno, me hicieron concebir el proyecto que detallo en las instrucciones comunicadas á los gefes destinados á esta expedición, como un preliminar del plan que debía desde el principio haber colmado de gloria á todo el exército que tengo la honra de mandar. La acción de Ulldecona era solo una parte esencial, y no era imaginable frustrase mis cálculos, atendida la circunspección con que se formaron, la exactitud de los datos, y el valor de las tropas; pero casualidades funestas, que no pueden entrar en la previsión de un gefe superior que fía una parte de sus esperanzas á la suerte y a las manos subalternas, hicieron inútiles mis tareas, y hasta el sacrificio personal de mi existencia que ofrecí repetidas veces á la patria en aquella jornada, para instruir con el exemplo, y llenar uno de los más santos y precisos deberes que me imponen la noble causa de la nación, mis sentimientos, mi encargo y mis principios. Después de comunicadas las referidas órdenes con tiempo bastante para poder llevarlas con exactitud, y obrar en conjunto toda la fuerza destinada á esta expedición, según las direcciones demarcadas a cada uno de los gefes, salí la noche del 25 de noviembre de Peñíscola, y me puse a la cabeza de la columna del centro, acompañándome en esta empresa arriesgada el mariscal de campo Conde de Romrée voluntariamente. A las doce en punto de ella, entré en Benicarló; a la una en VINAROZ, Y HABIENDO LLEGADO AL PUENTE QUE DA PASO AL RIO SÉRVOL, HALLÉ UNA PARTIDA DE CABALLERIA DE LA COLUMNA DE LA DERECHA, QUE MANDABA EL SEGUNDO COMANDANTE GENERAL INTERINO, EL BRIGADIER DON ANTONIO PORTA, QUE SE DIRIGIA POR EL CAMINO DE ALCANAR, Y AUN ME DETUVE PARA QUE ADELANTASE SU MARCHA. Seguí con la del centro por el camino real de Ulldecona; hice alto al llegar a la paridera del Hereu, a las cinco menos cuarto de la mañana del 26. En este tiempo reconocí mi tropa, la exhorté con energía, y procuré inspirarla á la seguridad en el triunfo. En tal estado y a poco rato, el referido segundo comandante general me avizó por un ordenanza que retardase la señal convenida para el ataque, porque estaba todavía atrasado, y executé esta detención por más de una hora. Transcurría emprero el tiempo, verdaderamente precioso, y eran ya cerca de las seis de la mañana, hora en que empezaba a aclararse el horizonte, y temiendo que los enemigos descubriesen mis fuerzas, y se desvaneciese mi esperanza de sorprenderlos, mandé entonces avanzar a mis guerrillas para que cayesen sobre los centinelas y puestos enemigos, encargando á los de caballería que penetrasen a gran galope por la puerta de la villa de Ulldecona, tocando á degüello inmediatamente que oyesen el cañonazo y los cohetes, que era la señal general. Traté de sostener este arresto de las guerrillas con el grueso de la caballería, mientras que las columnas de infantería de derecha a izquierda atacasen por los flancos y retaguardia. Dada esta orden continué la marcha y mandé disparar el cañonazo y los cohetes. A esta señal, y al canto de los himnos patrióticos, atacaron las guerrillas con el mayor ahínco, sosteniéndolos el trozo de caballería destinado a este efecto, avanzando yo enseguida hasta una ermita inmediata con la compañía de cazadores a caballo de Cuenca y el valeroso escuadrón de dragones de la Reina, cuyo digno coronel D. José Velarde quedó prisionero después de haberse roto una pierna. Allí sufrió la caballería varias descargas del campamento y apostaderos enemigos; pero sin embargo insistí hasta tercera vez en el duro empeño de ocupar el pueblo. No hubiera emprendido a pesar de ésto la retirada, á no haber observado el silencio que en aquel crítico momento reynaba a mi derecha e izquierda, presagio a la verdad poco agradable, y de cuya certeza no podía asegurarme sin exponer entretanto mi columna en instantes tan urgentes y decisivos. Entonces mandé al coronel D. José Lamar, que con su columna de granaderos sostenía la artillería, se retirase por el camino de Benicarló; operación tan bien executada como oportuna, según después lo justificó la experiencia. Igualmente ordené al teniente coronel D. José Agustín de Llano, ayudante general de caballería, previniese al coronel D. José María Rich, comandante de toda ella, la emprendiese también por escalones, SIGUIENDO EL CAMINO DE VINAROZ CON LA IDEA DE OBSERVAR Y SOSTENER EN SU CASO NECESARIO LA COLUMNA DE LA DERECHA, LLEGANDO A DICHA VILLA CERCA DEL MEDIODIA. LUEGO QUE ENTRE EN VINAROZ: ACOMPAÑE A LA CABALLERIA A LA SALIDA DEL PUEBLO, DEXANDO COLOCADAS LAS GRANDES GUARDIAS EN LOS PUNTOS CONVENIENTES.EN ESTE ESTADO ESPERÉ Y EN EFECTO LLEGO EL SEGUNDO COMANDANTE GENERAL CON SU COLUMNA, VINIENDO ESTE JEFE A SU RETAGUARDIA.EL DESVELO, CANSANCIO Y LA URGENTE PRECISION DE UNOS MOMENTOS DE ALIMENTO Y REPOSO, PARA PONER A ESTAS TROPAS EN UN ESTADO DE REACCION: Y SOBRE TODO PARA ESPERAR DATOS POSITIVOS SOBRE LA SUERTE DE MI IZQUIERDA ME OBLIGARON A HACER UN PEQUEÑO ALTO EN AQUELLA VILLA, VISITANDO POR MI MISMO LOS CAMPAMENTOS, Y ADOPTANDO TODAS LAS PRECAUCIONES QUE EXIGIAN LAS DELICADAS CIRCUNSTANCIAS, A CUYA OPERACIÓN CONTRIBUYÓ EL CORONEL AYUDANTE DEL ESTADO MAYOR, D. LUIS Maria de Andriani y oficiales adictos. A pesar de ellos el enemigo penetró por los dos caminos que dan dirección a aquella villa, cuyos causales estoy investigando seria y cuidadosamente. En tan aciaga ocurrencia no fue posible, ni por persuasiones enérgicas y animadas, ni por la presencia de espíritu del expresado segundo comandante general, gefes y oficiales beneméritos, ni por el exemplo de los valientes que con el mayor peligro trataron de sostener el orden y contener la dispersión, el reducir el todo de las fuerzas a un estado de defensa y regularidad, y solo pudo conseguirse de parte de algunos cuerpos, y de las compañías sueltas de la división de Cuenca. En situación tan peligrosa no me quedó otro arbitrio que el dirigirme, escoltado por la compañía de cazadores de dicha Provincia á Peñíscola, en donde posteriormente se me reunieron algunos cuerpos y di las más activas providencias para recoger una gran porción de armamento y dispersos, habiendo conseguido que el éxito respondiese á estas disposiciones. Nuestra pérdida no fue de la entidad que pudo ser, y la que yo mismo presumía en los primeros momentos; y como todos los días van llegando dispersos y fugados del enemigo á los cuerpos y á los pueblos cualquiera pormenor que ahora publicase, carecería de la exactitud y certeza que acostumbro a fixar en todos mis datos. Las tropas permanecían en los puntos que antes ocupaban, y desde los cuales salieron para la expedición, a donde continuan llegando algunos dispersos. Después he sabido que la división de la izquierda, mandada por el coronel D. Melchor Alvarez, desempeñó en una gran parte de su objetivo completamente; y si las circunstancias le hubieran sido más favoralbles no dudo que lo habría conseguido en el todo. Por los partes posteriores me consta que el enemigo no ha podido por menos de admirar, á pesar de esto la marcha de unas tropas que caminaron día y noche sin descanso por el espacio de muchas leguas, sin que llegase a traslucir su proximidad, y el verse sorprehendido á tanta distancia. Su pérdida fue de consideración en nuestros primeros ataques, puesto que se arrolló con ellos cuanto se encontró hasta la entrada de la villa. La justicia y el honor de las armas patrióticas me imponen el estrecho deber de investigar las causas de este desagradable caso, y el castigar sin más consideración que las prevenidas por la ordenanza contra aquellos que por su omisión u otros motivos descuidasen la atención de sus encargos. Esta es en resumen la jornada de Ulldecona, que ha excitado justamente la atención pública. Os hablo en el mismo lenguaje que al supremo gobierno, usando de la franqueza que caracteriza a un caudillo que cada día desea unirse más estrechamente a sus conciudadanos. Valencia, 8 de Diciembre de 1810. Luis Alexandro de Basecourt». La mateixa desgraciada acció es narrada també pel seu enemic, el mariscal Suchet, en una altra versió, molt diferent. Vegeu Suchet.

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